miércoles, 19 de diciembre de 2007

Pagando una deuda con Roa

Raúl Roa García se destacó como escritor, polemista, profesor, político y diplomático y desde la adolescencia se vinculó a los movimientos revolucionarios del país, primero contra la tiranía machadista y después contra la batistiana.
En no pocas ocasiones Sufrió prisión e incluso fue forzado al exilio. Con mucho respeto es recordado por nuestro pueblo pues desde que fue designado como Ministro de Relaciones Exteriores de la isla en los foros internacionales defendió las causas justas de los países de América y de todo el mundo. Por su destacada labor en este frente, el pueblo le llamó con admiración y cariño el “Canciller de la Dignidad”
Roa García combatió y denunció al imperialismo, a la oligarquía local y a la derecha, y no perteneció a ninguna formación política hasta la creación del Partido Comunista de Cuba y de su Comité Central en mil 965. A él se debe la selección del libro “Pluma en Ristre” de Pablo de la Torriente Brau y la compilación de “Con la pluma y el Machete” de Ramón Roa. Entre sus libros más importantes se encuentran “Retorno a la alborada”, “Aventuras, venturas y desventuras de un mambí” y la “Revolución del 30 se fue a bolina”.
Y haciendo un poco de historia de la etapa como profesor de este hombre que para pocos pasó desapercibido, pues de otras facetas de su vida ya se ha hablado en este programa, podemos recordar que el tres de octubre de mil 943 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana se rendía homenaje a un grupo de prestigiosos profesores españoles que participaron en la Primera Reunión de Profesores Universitarios Españoles Emigrados, organizada por la Federación Estudiantil Universitaria y con la frase “Con Sancho de misal y el corazón en la bolsa” finalizó Roa sus palabras.
En sus reflexiones Roa hace un balance de las repercusiones de la Guerra Civil Española para el estudiantado cubano y español; enfatiza los puntos de contacto entre las luchas de ambas organizaciones y, con su talante y locuacidad acostumbradas, pone de relieve —desde su condición de profesor universitario— la trascendencia del homenaje a los intelectuales españoles en la diáspora.
Al referirse a esto último señala “Eran los tiempos heroicos de la juventud española, que habría de hacer del heroísmo una función natural de su espíritu”.
Para Roa era aquella una ocasión privilegiada que le permitía sintetizar las actitudes de recíproca solidaridad expresadas por el estudiantado cubano y español desde el mismo momento en que se proclamó la segunda República Española. Al recordar el momento en que los estudiantes universitarios cubanos conocieron el mensaje de la juventud española, entregado por Hernández Catá, dice Roa: “Fui yo quien tuve el honor aquel día memorable de levantar mi palabra en nombre de la juventud cubana, subrayando particularmente la simbólica unidad de espíritu que entrañaban ambas actitudes” Y afirma categóricamente: «Si la juventud escolar había “salvado la dignidad pública y política de España”, la juventud escolar salvaría también la dignidad pública y política de Cuba».
Cómo no iba a recordar el propio Roa el 30 de septiembre de 1930, cuando salieron en manifestación San Lázaro abajo en histórica tángana contra Gerardo Machado. Pablo de la Torriente Brau, en emblemática crónica, describió aquellos instantes de efervescencia juvenil: […] «el clarín del “mambí” que llevó Alpízar, sonó entonces y la bandera cubana fue desplegada, los gritos sonaron con el ímpetu del que ha guardado mucho tiempo silencio, los estudiantes se arremolinaron, convergieron a un punto, los ¡Muera Machado! fueron como una coral desenfrenada y avanzante».
Casi al concluir su discurso de homenaje a los profesores españoles, Roa hace una valoración de lo que para él y para los jóvenes de su generación, significó la república española: “fue el más genuino canto de gallo a la nueva democracia, fundada en la disciplina social de los bienes y en la libertad del espíritu”.

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Soy una madre cubana feliz