viernes, 12 de septiembre de 2008

LA MISMA ESTRELLA

(Jesús Orta Ruíz)
I
Cuando te miro sin tener mirada
no veo la que eres, sino aquella
que fuiste. Para mí, la misma estrella
que permanece como eternizada.
Por tu gracia de china dibujada
en porcelana, te seguí la huella
y se ha quedado en mí tu imagen bella
como si el tiempo no mellase nada.
Los de clara visión que les refleja
la realidad, pueden llamarte vieja;
pero a mí, que te vi rosa encendida
y hoy no te veo, me tocó la suerte
de perpetuar tu juventud florida
y andar enamorado hacia la muerte.
II
Estoy, con el paisaje cara a cara,
contemplando la tarde que agoniza.
Hay una estrella que espiritualiza
al horizonte, como si pensara.
Reina una sombra todavía clara.
El día es una terquedad rojiza.
¡Qué lenta rapidez en la plomiza
hora que de la noche me separa!
Todo se queda en un recogimiento:
los cálices, los pájaros, el viento,
la luz que sosegada se retira,
la yerba leve y el palmar minúsculo,
y yo –la tarde que a la tarde mirasoy
la parte consciente del crepúsculo.
III
Me queda por decir no sé que cosa
que me parece inusitada y bella.
He gastado palabras como estrella,
rocío, rosicler, sonrisa, rosa...
Y en lo pobre del verso y de la prosa
no he logrado apresar el alma de ella.
La he visto: fugitiva mariposa
o pájaros con alas de centella.
Cuando callo, la escucho y la medito,
pero se pierde en el poema escrito.
Me queda poco tiempo de palabra.
Me desespera la que nunca encuentro.
¿Y he de morir sin que mi mano abra
puertas al ave que me canta dentro?
IV
No me asusta morir... Sólo lamento
no tener ojos para ver las cosas
que se transformarán: zarzas en rosas,
lobos en hombres, polvo en monumento.
No me asusta morir... Sólo lamento
ser sordo con el frío de las losas
cuando vengan las músicas gloriosas,
cuando una larga risa sea el viento.
Sólo lamento no tener mi tacto
cuando sea concreto el mundo abstracto
que en crisoles de sueño se moldea.
No me asusta morir... Sólo lamento
quedarme quieto cuando todo sea
la perfecta expresión del movimiento.
V
Vendrá mi muerte ciega para el llanto,
me llevará, y el mundo en que he vivido
se olvidará de mí, pero no tanto
como yo mismo, que seré el olvido.
Olvidaré mis muertos y mi canto.
Olvidaré tu amor siempre encendido.
Olvidaré a mis hijos, y el encanto
de nuestra casa con calor de nido.
Olvidaré al amigo que más quiero.
Olvidaré a los héroes que venero.
Olvidaré las palmas que despiden
al Sol. Olvidaré toda la historia.
No me duele morir y que me olviden,
sino morir y no tener memoria.

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Soy una madre cubana feliz