martes, 18 de junio de 2019

Mirar La Habana con ojos de mujer


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Al mirarla con ojos de mujer, con ojos de esa otra mitad, que es muchas veces silenciada y discriminada pero que en esta urbe es parte activa que impulsa, crea y decide se convierte, además, en una capital llena de retos de gente que ha hecho en ella su vida y que en ella espera alcanzar sus sueños, ese es el caso de Vivian Miranda, una centro habanera que cuando se refieren a la ciudad su rostro se ilumina.

Ante la pregunta de qué espera en el 500 Aniversario solo le viene a la mente una frase “tener una ciudad más bella en la que quienes viven puedan salir adelante” y al decirlo encierra el sentimiento de muchas personas. “..quiero una Habana mejor para mis hijos y nietas, organizada, limpia y que a su vez los ciudadanos, y todos los habitantes la cuidemos”.
“La Habana para mi es todo, aquí nací, aquí nacieron mis padres,-nos comenta Lisset González para quien 500 años representan, además, nuevas propuestas de vida, nuevos puntos de partida-, yo pediría que la calidad humana persista y que seamos más educados, que nos comprometamos en esta cuidad envejecida con nuevas maneras de vivir en las que todas y todos seamos responsables del cuidado, de la educación, que sea la ciudad en la que las diferencias sean un fortaleza, en la que de los conflictos se crezca.”
¿Cómo incidir en las nuevas generaciones de muchachas y muchachos, permeados de estereotipos sexistas? ¿Cómo lograr que el respeto y la solidaridad continúe siendo premisa que distinga a quienes habitan esta ciudad? Esas son algunas de las preguntas que pasan por la mente de muchas de nuestras entrevistadas para quienes queda claro que el latir y el sentir de su gente es lo que hace de esta, una ciudad diferente; ciudad de quienes muchos dicen tiene nombre de mujer y yo diría, tiene alma de mujer, en la que la mujer está presente desde puestos de dirección, con todo tipo de calificación laboral, proyectos y emprendimientos sociales y lo más importante es incansable en la defensa de sus derechos.
Precisamente por eso, por los retos que enfrenta la mujer habanera, que está insertada en la sociedad, que es independiente, que puede asumir cualquier rol pero que no se desliga de las tareas que “socialmente le corresponden como mujer” la construcción de nuevas maneras de relacionarnos es una prioridad.
“Quiero acompañar a mi ciudad en el emprendimiento de nuevas estrategias para lograr ese cambio que queremos para las mujeres,- asegura la joven maestra Carmen López- reforzar desde tempranas edades la preparación de las y los jóvenes para ello, el respeto dentro de las parejas, el vernos como iguales, el aprehender a desentrañar aquellos estereotipos machistas que no nos dejan avanzar. Quiero que esta Habana, que es mi casa, es donde vivo, donde están las personas que quiero, donde he conocido el amor, donde nació mi hijo, de donde no me quiero ir, sea una ciudad inclusiva donde todas y todos tengamos un espacio.”
Y es que esta ciudad, que se precia de su cultura, cosmopolita por demás, tiene sombras y luces, pero lo mejor es que quienes la habitan valoran esas luces y reconocen sus sombras, ejemplo de ello es Lissy Villar Muños, una joven periodista, que desanda sus calles a diario con una mirada diferente y crítica con la esperanza de que su ciudad sea mejor.
“Me identifico como habanera, me gusta el aire de la zona del este de la ciudad que no es el mismo del centro, me identifico mucho con el Malecón, creo que aunque tengamos un lenguaje particular el habanero y la habanera es por naturaleza buenas personas, no somos mal agradecidas.
“Uno de los desafíos de las jóvenes habaneras es formarse, creo en la formación en todos los sentidos, en los derechos que tenemos, en las oportunidades que debemos conquistar, en no temer a enfrentar retos y desafíos, creo que podemos cambiar para bien y hacerlo juntas. Una de las batallas cotidianas y permanentes es lograr que La Habana sea mucho más limpia, que nos tratemos mejor, que todos los días tengamos una razón para ayudar, para trabajar, para ser feliz. El paso del tornado por esta ciudad despertó una fibra que pensamos estaba perdida, la solidaridad.”
Para Lissy mirar La Habana con ojos de mujer es soñarla como una ciudad socialista y antipatriarcal, como dos procesos inseparables en los que cree, por las que trabaja y por los que lucha, sueña una Habana que disputa por el empoderamiento de las mujeres, las jóvenes y las niñas como una de las principales formas de emancipación de la sociedad en la que todas y todos tengan acceso a las oportunidades. Imagina su transformación de forma creativa no solo por los 500 años, sino por los mil y los dos mil...
Se puede sentir La Habana de muchas maneras, se la puede amar incondicionalmente, idolatrar desde la distancia, odiar a su equipo de pelota hasta los tuétanos o sufrir sus carencias con desconsuelo, pero lo cierto es que no se puede ignorar o hacer menos a esta ciudad cargada de tradiciones e historias.

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Soy una madre cubana feliz